¿Por qué será que preferimos el dolor de la incertidumbre?
A veces pienso que las personas perdemos a otras por curso natural de la vida, sí, pero también porque tomamos malas decisiones, por miedo, por orgullo, por dolor, por no hablar, por no hacer.
En los últimos años he tenido muchas pérdidas y reencuentros, muchos de los cuales solamente me han ayudado para recordar porque esa pérdida era tal. Pero no todo es así, hay cosas - personas- que valen la pena retomar, que deberían formar parte de nuestra vida aunque ya no compartamos el mismo espacio, ¿no?
¿Cómo saber la diferencia? ¿Cómo saber cuando esa pérdida podría ser recuperable? ¿Es pura melancolía?¿Cómo saber cuando vale la pena? ¿No sería mejor lanzarnos al vacío con ese mensaje, con esa llamada y al menos quitarnos la duda?
¿Es acaso que el dolor de la incertidumbre es más soportable? Lo manejamos mejor porque nos evita ponernos en situaciones vulnerables, nos evita ratificar que quizás sí era lo mejor estar lejos, o que hicimos algo que ahora lo vuelve irrecuperable, nos mantiene viva la esperanza en el destino, en el re-encuentro fortuito.
¿Hasta dónde deberíamos tomar al destino en manos y bailar con él?
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