Creo que nunca escuché el término "feminista" en mi casa, lo conocí en algún momento de mi vida escolar, en algún concierto o en los medios.
Mi mamá no era feminista, o bueno, nunca se hizo llamar así.
Tuve un padre cliché: testarudo, agresivo, con mal genio, parrandero, borracho, proclive a las amantes y golpeador. Su relación duró poco y al mismo tiempo mucho, por fortuna mi mamá tuvo el temple suficiente para darle más peso a nuestro futuro como madre e hija que a sus inseguridades como mujer, que podían no ser pocas.
No eligió al hombre, se eligió, me eligió.
Mi mamá no tuvo una figura paterna en su vida, mi abuelo murió antes de que ella naciera, tenía dos hermanos de los cuales uno era el favorito de mi abuela y receptor de la mayor parte de su atención y amor. Mi abuela se dedicaba al hogar, era tradicionalista y machista a su estilo, por lo que mi madre tampoco tuvo una figura femenina de poder. Mi mamá fue educada en un colegio de señoritas- acorde a la época-, criada a medias también por mis bisabuelos, a veces se hacía chiquita ante las personas, le costaba defenderse, a veces le importaba "el qué dirán" y le costaba decir que no.
Mi mamá tenía mucho dolor en su historia. Quizás por eso nunca sacó definitivamente a mi papá de su vida, quizás por eso mi papá llegó a ponerme la mano encima con todo y cinturón, quizás por eso mi papá tenía la audacia de llevarme a conocer a sus amantes, quizás por eso le tomó 3 años y medio de mi vida sacarlo a escobazos de la casa, quizás por eso le permitía volver a veces; no la juzgo - aunque sí lo hice en mi adolescencia- la educación y las redes de seguridad que forman nuestras familias, nuestros amigos y la sociedad son muchas veces pobres, por no decir ausentes.
A pesar de todo, mi mamá tuvo la visión de que era mejor educarme sola, como pudo, con lo que pudo en una sociedad que no respalda a las mujeres separadas o divorciadas, que las juzga por "su fracaso"; mi mamá, valiente, decidió que era mejor sola a que yo creciera en un ambiente poco sano, con probabilidad de repetir los patrones en mis futuras relaciones.
Mi mamá nunca me prohibió ver a mi papá, ni hablaba mal de él con el fin de causarme una mala impresión - eso lo logró el solito- pues entedía que mantenerlo o no en mi vida debía ser mi decisión, no de ella ( y respetó mis cambiantes decisiones).
Me enseñó que nadie, hombre o mujer, debía tener poder sobre mis decisiones, que yo era libre; me enseñó que las acciones tienen consecuencias, que tenía todo el poder para decir "no", que hay que chingarle y que para algun@s - como ella- l@s hij@s son razón de vida. Nunca me dejó sola, pero tampoco me asfixiaba, me dejó ser, me proporcionó un espacio seguro para conocerme, crecer y desarrollar un juicio crítico propio, prefería dejarme leer Condorito a que no leyera nada, y también me dió un consejo ante la inseguridad que vivimos en nuestro país: "nunca dejes que te suban a un carro, es preferible que te disparen ahí donde estás, a que te lleven y te hagan de todo. Grita, aférrate, si te disparan quizás tendrás una oportunidad.". No tienen idea de cómo me marcó escucharla decir eso, jamás lo olvidé.
Eso me recuerda una anécdota, que no sé si ya conté aquí, y no es tan dramática, pero va así:
Tenía un enamorado, un muchacho que no sabía aceptar que estaba equivocándose al intentar ligarme, en un intento desesperado decidió que era buena idea ir a hablar con mi mamá para "advertirle sobre las malas amistades de las que me estaba rodeando". Mi héroe... pfff... lo que él no anticipó fue la elegante respuesta de mi mamá "yo confío en mi hija y conozco a sus amigos, si alguno es malo para ella , ella me lo dirá". Fin de la conversación y llégale de mi casa.
Así era mi mamá, temerosa en muchos aspectos por su educación , por su historia, pero cuando había que sacar la casta, no lo pensaba.
Mi mamá es mi más grande inspiración, una mujer lejos de ser perfecta, pero que me enseñó gran parte de lo que sé y de lo que soy. Hoy la recuerdo, no por lo que sufrió, si no por lo que no estuvo dispuesta a seguir sufriendo, por ser una luchadora nata - aunque ella no lo sabía- y por su extrema fuerza.
Mi mamá era feminista, a su manera, en su propia lucha.
Y es que esto es así, todas luchamos, todos los días, de diferentes maneras, no hay un solo tipo de lucha. Valdría mucho que lo recordemos cuando desacreditamos la lucha de las demás, vivimos con rabia soportando lo insoportable y tratando de sobrevivir en un país donde las oportunidades para las mujeres son escasas, donde nos matan, donde nos olvidan. Las mujeres tenemos que apoyarnos, no obstruirnos.
Si mi mamá leyera esto quizás "se colgaría de la lámpara"- como decía cuando estaba muy molesta- por contar cosas íntimas. Mamá: con tu perdón, espero que sepas que si cuento tu historia, es con la más profunda admiración. Te amo.
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