Una cocina apenas con espacio suficiente para dos personas. Tenía la forma de un pasillo
que conectaba el resto de la casa con la zotehuela trasera.El acceso a la zotehuela era por
medio de una puerta fea, frágil y maltratada, pero funcional.
Y había también una ventana diminuta, cubierta por cortinas con flores verdes, totalmente fuera de tono y al mismo tiempo en sintonía con el resto de la escasa decoración de la casa. Uno no pensaría que se podría tener miedo en un espacio tan pequeño, pero esa ventana, que permitía dar un vistazo al pequeño bosque trasero, me helaba la sangre por las noches.
Esa ventana tan terrorífica, con vista al vacío y a la negrura... Jamás pude pisar esa cocina
de noche y mantener la vista a la ventana sin que mi imaginación me jugara un truco con
sombras y figuras misteriosas. Y aún a veces me pregunto si realmente era solo mi imaginación.
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