Era una casa dimunuta de color verde, un verde extraño, no muy amigable; la 4ta, a la derecha del 2B, ubicada en una esquina olvidada del fraccionamiento.
Fue el refugio perfecto para el llanto cuando las cosas no salían perfectas: escuchó música rock and roll, vio la caída de un matrimonio y fue el escenario para que una bebé creciera hasta convertirse en adolescente.
Era una casa común, con habitantes comunes de vidas comunes, pero la manera en la que la luz del sol entraba por la ventana de la sala cada tarde la hacía diferente a todas las demás casas que sus habitantes alguna vez conocieron.
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